Ahí
mismo, en El Valle del Espíritu Santo, en esa hermosa población
margariteña donde habita la Virgen del Valle, se vislumbra en sus montañas
un bello color de primavera donde el impactante verdor de sus árboles
cobijan con su frescura la osadía de la pujante nobleza del margariteño
que cultiva en sus fundos, apetitosos frutos para vitaminizar a todo el
mundo, siendo uno de estos manjares el delicioso mango margariteño que
en sus diferentes variedades complacen el paladar de residentes y
turistas.
Existen
diferentes clases de mangos y los criollos son conocidos con los nombres
de tino, briteño, o pecho de paloma, el chiquito o de bocadito y el
inconfundible mango du-du, que es tan dulce como el margariteño, como
una manera de contrarrestar el agua salada de sus hermosas playas que
son disfrutadas por gente que vienen de todas partes del universo y que
en las entrañas mismas de su hermoso mar ha sido testigo silente de una
gran pasión encendida en nuestro cuerpo hasta el extremo de procrear
hijos que desde corta edad se trepan a los árboles para atrapar las
diferentes especies de mango que provienen del injerto con mangos
criollos, tales como el mango durazno, lechosa, manzana, la manga,
largo, piña, trementina e hilacha, entre otros, que son exportados a
Europa donde la demanda es exigente.
El
campesino margariteño se levanta muy temprano y se interna en su conuco
para cosechar ricos frutos, aprovechando las bondades de su fértil
terruño para después colocar el esfuerzo de su trabajo en el mercado
donde se comprueba su demanda, porque sus frutos están llenos de
dulzura, entre ellos el níspero, melón, la patilla, la lechosa y muy
especialmente el mango du-du, que hace "ruborizar" a cualquier
mujer bonita por su gusto y dulzura. Con razón el cantautor venezolano
Simón Díaz, dice: "Mango de hilacha caracha/ es mi muchacha/ con
esos ojos tan lindos de tamarindo/ y yo, que muero de soledad/ tengo la
yegua ensillá para los dos".
Infinito
placer al saborearlo hasta el extremo que si usted se comió uno, se
tiene que comer dos, y si se come dos también se come tres hasta que
uno se sacie y agote el deseo. Es por eso que el poeta Federico Guilermo
Klinkert nos dice: "Con níspero, coco y jobito/ lechosa, mango y
guanábana/ mi tierra se vuelve verde/ y mi mar azul mañana".
Cabe
destacar que el mango no sólo tiene propiedades vitamínicas, sino que
también tiene propiedades curativas, por cuanto las hojas del mango
cocidas producen efectos positivos para disolver golpes causados en
nuestro organismo y hasta son muchos los que ingieren el agua de mango
para evitar complicaciones internas en su ser; siendo esto tan
importante para comprobar la importancia de este árbol que para muchos
son adecuados para guindar chinchorros y hamacas, aprovechando su
frondosa sombra para evitar tertulias y parrandas. Al igual que son
muchas las parejas de enamorados que se han jurado amor para siempre
bajo una mata de mango en la Margarita de mis sueños.
En
todos los pueblos de Margarita se cultiva el mango. Por eso existen
innumerables árboles en las vías, calles y veredas y en el fondo de
las casas no pueden faltar; porque el osado hombre margariteño, después
de haber disfrutado de un suculento sancocho de pescado, de res, de
gallina o después de saborear un delicioso tarkarí , suficiente para
volver a la brega diaria ante la mirada complaciente de su mujer y sus
hijos.
Una
hermosa estampa margariteña es la que dibujan las mareras en el mercado
y en las diferentes vías de Margarita, donde se exhiben mangos de todo
tipo que producen admiración y sensación al turista que se embelesen
tomando este jugoso fruto entre sus manos; quizás inmortalizando en su
mente la grandeza de esta prodigiosa tierra del Caribe Mar, porque
Margarita se puede hacer eco de la hermosa canción titulada "El
manguero" que aunque se cante en otras ciudades tiene el mismo
efecto para la costumbre de esta tierra de gracia que es cuna de la
Virgen del Valle: "Cuando vendía los mangos/ en la carretera por
la ciudad/ junto con mi negrita/ que va gritando a la vecindad/ alegre
pregonaba/ llegó el manguero/ hay que aprovechar/ verde pa’ la jalea/
son del cercado/ y se acaban ya/ Vengan que llegó el manguero/ traigan
niña su canasta/ a veinticinco por medio/ bien madurito/ para las
muchachas".
|