Hombres y Mujeres de prestigio |
|
Rosa Leandro Guerra Sueño con llegar a ser minisitra de educación Luego de cumplir 33 años en la Educación, sigue preparándose para ocupar nuevos espacios; consciente de los sacrificios y esfuerzos que hay que hacer para lograr las metas. Ha cultivado la paciencia y se siente feliz por la evaluación que diariamente le hace la gente que está a su alrededor, la gente a quien le sirve.
La Niñez Cuando niña, la Profesora Rosa, recuerda, aquellos días cuando acompañaba a su nana, al pozo, que estaba detrás del hoy Hospital de Juangriego, iba con nana "Nina", en aquel Juangriego de ayer, desde la mañana, hasta la tarde, mientras los adultos lavaban, exprimían su ropas, la tendían en los yaques, ellas, las jovencitas de su edad buscaban tierra de mata, y al regreso con sus recipientes de agua del pozo y su tierra de mata, hacían una parada en la salina, allí sustraían los pedazos de sal, que también molían, en las piedras. La Juventud La Profesora Leandro estudió, en El Liceo Juan de Castellano de Juangriego, hasta el tercer año, luego se fue a La Guaira, allá estudió tres años, para regresar a la Isla como Docente, en 1975. Fue en la Isla de Coche, donde comenzó sus labores, cuando aún no había ferry, tenía que salir por La Isleta, o por El Yaque, en más de una oportunidad tenía que pernoctar en la Isla hermana, ya que las condiciones del mar no le permitía regresar. Dos años estuvo en Coche. En 1977 es traslada a Las Piedras de Juangriego. En el año de 1985, se fue al estado Miranda, con su hijo, buscando una posibilidad de realizar nuevos estudios, pero tuvo que regresarse por cuanto su hijo no se adaptó No hay mal que por bien no venga Solicitó la posibilidad de entrar a trabajar con el Estado venezolano, en otro cargo, aquí en Margarita, donde muchos amigos conocían de su temple, de su preparación, y capacidad sin embargo cuando conversó con el jefe para esa oportunidad le solicitó una recomendación, una postulación, cosa que la llevó a desistir de la idea. A raíz de ese impase surgió la posibilidad de dirigir el proyecto "Renovemos la Escuela Básica Rural", vivió con intensidad y con la pasión de educadora que siempre ha tenido, permitiéndole la oportunidad de ser invitada por la O.A.E. (Organismo de Estados Americanos), a varios países como Colombia, Chile, México, y en Venezuela recorrió todos los estados, dando a conocer el citado proyecto en muchas comunidades. En el 2001 su experiencia, es tomada en cuenta para la implementación del proyecto. La experiencia de Rosa Guerra, sobre las jornadas integradoras en Educación, fueron también a Chile, a compartir experiencias. Ya para agosto de 2003, el proyecto de jornada integradoras completa, en las escuelas bolivarianas era una realidad. En la actualidad La Profesora Rosa Leandro Guerra, sigue asesorando a muchos estudiantes, y docentes, se siente satisfecha de la labor cumplida. Insiste en la preparación, anda en planes de viajar a Maturín, para realizar el doctorado. Es madre de dos hijos, Ronald y Corina, quien al igual que su mamá, piensa llegar muy lejos, tiene grandes aspiraciones. Rosa afirma que hay que soñar, pedir en grande, crearse expectativas, para lograr lo mejor. Cargos Docente de aula, directora de la Escuela "José Cortés de Madariaga", Coordinadora de Educación Rural del Estado Nueva Esparta y Coordinadora Docente de la UPEL. Rosa Leandro Guerra, nacida en Juangriego, hija de Manuelita y Justico, la menor de tres hermanos, madre de dos hijos, casada con Alejandro, el que manda, sigue preparándose leyendo mucho sobre la Espiritualidad de Los Ángeles, y sobre la Educación, especialmente el área de planificación. Luego de muchos años en la docencia está convencida de la preparación que hay que tener, de la gran visión para dirigir el proceso educativo, está convencida de la necesidad de aplicar el reglamento en la profesión docente. Continua, Rosa con sus deseos, con su gran visión, con mucha fe por llegar a ser Ministra de Educación, se sigue preparando para asumir nuevos retos, para ocupar nuevos espacios en la vida. Lamenta que nos sintamos como extraños en nuestra propia Isla. Que no seamos capaces de valorar y sentir lo nuestro. |